Como ya me has oído decir alguna vez, no percibimos la realidad en su totalidad, sino que tenemos unos filtros que hacen que veamos solo una parte de ella. De forma que siempre repetimos conflictos y circunstancias que nos gustaría cambiar, pero que no sabemos cómo.
No sé si sabes que nuestro consciente registra solamente unos 2000 bits por segundo de información. Mientras que el inconsciente es mucho más potente y registra 400 mil millones de bits por segundo. Eso significaría que si no tuviéramos filtros, a nuestro cerebro le costaría muchísimo tomar decisiones. Cualquier decisión se haría eterna y nuestra supervivencia es lo más importante. Ahora, imaginaos que tenéis enfrente un león escapado de un zoológico. Vuestro cerebro os tiene que dar la respuesta en milisegundos de qué debéis hacer para preservar vuestra vida, así que tiene que recibir el mínimo de información para ser super eficaz.
Por tanto, poseer filtros es incluso necesario para nuestra supervivencia. Ahora bien, nos interesa decidir qué filtros queremos tener, pues no todos los filtros llevan a nuestra felicidad.
A raíz de todas nuestras vivencias y experiencias, se crean unos raíles en nuestras conexiones neuronales que provocan, que nuestras respuestas siempre sean las mismas. Así el cerebro puede ser tan eficaz y diligente como necesitamos. Se trata ni más ni menos de la ley del mínimo esfuerzo. Pero el cerebro no lo hace con maldad. Simplemente nuestro cuerpo tiene sus artimañas para ahorrar energía.
Imaginaos ahora que estáis en la estación y tenéis que coger un tren. Al entrar en la estación, vuestro cerebro probablemente empiece a medir distancias, calcular vuestra velocidad de paseo, el peso de vuestro equipaje, saber qué hora es, y un largo etc. Le va a dar igual si hay palomas en la estación, si hay alguna moneda por el suelo o si tenéis hambre. Hay información que obvia porque le estáis pidiendo que os lleve a coger el tren. Lo mismo que con la situación del león. No creo que vuestro cerebro le interese en ese momento si tenéis sed o si hay cerca un mc donalds. Vuestro cerebro os va a decir en qué lugar os podéis poner a salvo rápidamente.
Por lo tanto, al seleccionar la información, el cerebro escoge solo aquella que resuena en nosotros, aquella que ya ha probado y la lleva usando desde siempre. De forma que por el camino se pierde muchísima otra información que podrían resolver muchas situaciones no deseadas en nuestra vida.
Una vez hemos visto para qué existen los filtros, me gustaría presentaros los tres filtros más importante que tenemos, según el autor Anthony de Mello.
1.- Nuestros apegos
Nuestros apegos son aquellas cosas que nos provocan infelicidad cuando pensamos que las podemos perder. Os pongo unos ejemplos: status social, dinero, pareja, ropa, determinado trabajo. Ahora me diréis, ¡todo eso es necesario para ser felices! Pues no, y eso es el apego. Cuando nos decimos: no puedo ser feliz si tal persona no me ama, si no tengo un trabajo seguro, si no tengo mínimo 5000 euros ahorrados y un largo etc. Eso es apego y es una de las causas de nuestra infelicidad. Este apego nos mantiene constantemente volcados en el exterior, completamente hipnotizados y no nos deja ver que, sin todo eso, ¡se puede ser feliz! Sino me creéis, fijaos en vuestro vecino o compañero de trabajo. Ellos tienen otros apegos distintos a vosotros y pueden ser muy felices sin tener 5000 euros en el banco o un trabajo fijo. Sin embargo, para vosotros podría ser causa de infelicidad.
Resumiendo, lo que hacen los apegos como filtros es centrarnos en lo que carecemos y hacernos creer que lo necesitamos para ser felices.
2.- Nuestros miedos
Nuestros miedos fijan nuestra atención en determinadas cosas, pasando por alto muchas otras. Si tenemos miedo a perder nuestro trabajo porque están tirando a gente, estamos tan centrados en la crisis y en el trabajo, que puede ser que estemos dejando pasar oportunidades mejores de empleo. Y eso, solamente porque estamos centrados en ese miedo. Podemos pensar que los miedos nos protegen y que esa es su función, pero en realidad nuestros miedos actúan también de filtro dejando entrar en nuestro cerebro información sobre el tema que tememos. Y si no me creéis haced la prueba. ¿Qué tema os preocupa y tenéis miedo de que os suceda exactamente eso? ¿No os pasa que ves a tu alrededor mucha gente que tiene el mismo problema? De hecho, decídselo a alguien que se quiere quedar embarazada.. A partir de ese momento parece que crezcan embarazadas de debajo de las piedras.. Donde va nuestra intención y nuestro foco, ahí va nuestra mente y nos ofrecerá información sobre ese tema que nos preocupa. Si estamos viviendo un miedo, veremos ese miedo por todas partes.
3.- Nuestras creencias
Cuando nacemos venimos a este mundo vacíos a nivel de creencias. Todavia no ha nacido esa personalidad que nos definirá cuando nos hagamos conscientes de que existimos separados de nuestros padres. Somos como envases vacíos que se van rellenando a medida que vamos creciendo. Nuestros padres son los primeros en aportar su propio sistema de creencias. Nosotros por imitación (neuronas espejo) copiamos y almacenamos todos los comportamientos y patrones que vemos en nuestros progenitores. Más tarde, seguiremos incorporando lo que vemos y experimentamos en la escuela, en nuestro barrio (cultura), en nuestro grupo de amigos, y así, hasta la edad adulta. Una vez aquí, ya tenemos muy asentadas todas las creencias que hemos ido recogiendo por el camino y ya nos definen como personalidades.
El problema está en que estas creencias actúan como filtros y nuestro cerebro recibe información muy sesgada de la realidad. Esa es la razón de que siempre tengamos experiencias que den fuerza a nuestras creencias. Si tenemos la creencia de que los hombres no son de fiar, recibiremos siempre esa información y los hombres con los que nos crucemos no serán de fiar. Pero esos mismos hombres con otras personas si que serán de fiar. Nosotros solo veremos aquella parte de ese hombre que corrobore nuestra creencia. ¿Entendéis cómo funciona?
Espero de corazón que no os creáis nada de lo que os digo. Pero sí que os preguntéis si hay algo de verdad en estas palabras y que a raíz de leer este post empecéis a preguntaros si podéis estar filtrando la información.
Me despido, no sin antes dejaros con un cuento muy ilustrativo.. Que lo disfrutéis.
Había una vez un león que se había criado en un rebaño de ovejas y no tenia conciencia de que era un león. Balaba como las ovejas y pastaba como las ovejas. Un día que el rebaño pasaba cerca por cerca de una selva espesa, un gran león saltó de entre la espesura soltando un sonoro rugido y cayó entre el rebaño. Todas las ovejas se dispersaron y huyeron. Sin embargo, el león vio al otro león entre las ovejas y lo persiguió. Lo alcanzó y el león del rebaño de ovejas se echó a temblar ante el rey de la selva.
El león de la selva le preguntó:
– ¿Qué haces tú aquí?
Y el león del rebaño dijo:
– Ten piedad de mi. No me devores. Ten piedad de mi!
Pero el rey de la selva se lo llevó con él a un lago que había cerca de ellos y le dijo:
– Mira.
Y el león que se creía oveja miró su reflejo y se vió a si mismo por primera vez. Miró después al león de la selva, volvió a mirarse reflejado en el agua y soltó un sonoro rugido. Y ya no volvió a ser oveja nunca más.
?? Detrás de las creencias, apegos y miedos está nuestra verdadera esencia.
Gracias, gracias, gracias.
¡¡Te envío muchas bendiciones!!!
Cristina Nadal